Por: Ernesto J. Navarro
Finalizando noviembre de 2014, fui a entrevistar a Ildefonso Leal, es doctor en
historia, director de la Academia Nacional de la Historia y cronista de
Los Teques.
Vive en una hermosa casona colonial que resistió al
avance del cemento y que parece un monumento herórico a la vida,
plantado en medio de dos enormes edificios de apartamentos y un ruidoso liceo.
Me citó el miércoles 26 de
noviembre a las 10:15 de la mañana. Yo llegué a las cercanías de su casa a eso de las 9:50am, miré el reloj ycomo tenía algo de tiempo, me
senté en una cafetería que está justo enfrente de la residencia del cronista y pedí un
marrón oscuro, para beberme la espera.
Al terminar el café miré de nuevo el
reloj: 10:10am y cuando salí de la cafetería y miré a la casa del
cronista, ya el doctor Leal estaba caminando pegado a la reja de la casa,
esperándome, plantado con la elegancia de sus 82 años.
Lo saludé desde la acera y le grité:
-¡Buen día! Yo soy el periodista Ernesto Navarro.
Ildefonso Leal |
Hizo un breve gesto de saludo y me lanzó
la llave hasta la acera. Entré, nos saludamos y sentados en el porche de la casa, tuvimos una charla
amena.
Conversa que se tornó mucho más interesante para mi cuando descubrí que ILDEFONSO LEAL
nació en LAGUNILLAS en el año 1932; que fue testigo del incendio de
Lagunillas de Agua (del cual me contó detalles extraordinarios) y además expresa con especial orgullo que fue ALUMNO FUNDADOR de la Escuela
Antonia Esteller.
Allí estudió toda la primaria y, me dijo además, que salir de
6to grado, al igual que a los demás estudiantes de esa promoción, los
buscaron de la Venezuela Oil Company, la VOC para trabajar en la empresa
y aunque pidió ser oficinista, estuvo dos años carreteando materiales a
punta de carretilla.
Su mamá hacía comida para vender a
trabajadores petroleros, así que con su apoyo decidió seguir estudiando, terminar el bachillerato y así fue a parar a Los Teques porque una tía vivía en esa ciudad... y allí se quedó.
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Me contó varios episodios de su infancia. Haciendo una pausa para aclarar que de esos amigos ya casi ninguno está
vivo, pero que recordaba con especial afecto a Arsenio "El Pollo"
Estrada.
-¡El Pollo Estrada y su familia son vecinos de mi familia en Puerto Nuevo! ¡Imagínese Usted! -le dije emocionado.
El Pollo e Ildefonso fueron amigos de infancia. Antes de ser maestro del beísbol para niños, me dijo Leal, Estrada fue un maestro artesano. Una faceta que quizá casi nadie conoció.
"Yo recuerdo mucho a una tía de Arsenio que se llama Serafina, era
vecina nuestra, una mujer muy cariñosa y que vivía con su compañero, un
hombre muy amable llamado Sixto Cobarrubia... En esa casa jugabamos
mucho", evoca el cronista.
Con apenas 11 ó 12 años EL POLLO era un ebanista
maravilloso. "Hacía unos hermosos trompos de madera con los que nosotros
jugábamos y que daba dolor echarlos a perder. Yo hice un texto, que no
he publicado, sobre los juguetes de mi infancia y allí cuento sobre esos
trompos que hacía Arsenio", me dijo el doctor Leal aquella mañana de noviembre.
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Por el doctor Leal me
enteré ese día, que un par de lunas atrás ARSENIO "EL POLLO" ESTRADA, fue
sembrado y "trascendió a otros espacios no tangibles" como dice mi amigo
el gaitero Daniel Liendo.
Luego de un par de horas de conversa,
Ildefonso Leal, me regaló 3 de sus tantos libros publicados... En todos se cita su biografía, en todos resalta que nació en Lagunillas, que estudió en la Antonia Esteller y que fue obrero petrolero.
Luego me dio un
abrazo y nos despedimos.
Volví a casa con ese recuerdo que
atesora el doctor Leal sobre el viejo Arsenio, de esa faceta artesana de
El Pollo, quien fue maestro de multitudes de niños. Ahora yo también
quiero quedarme ese recuerdo...
Viaje bueno, Pollo...
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PD:
La foto del viejo Pollo, fue la única que encontré en internet... La nota la escribo con
inmenso cariño hacia El Pollo y su familia, quienes han sido nuestros
vecinos por décadas
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