miércoles, 24 de septiembre de 2014

#04 Chela Tremont


Chela, sentada entre las palmeras y los coquillos del jardín

Por: Ernesto J. Navarro

El día del entierro de Chela, en su Maracaibo querida, el sol era tan fuerte que la gente buscaba refugio en cualquier palo que diera sombra. Era difícil agruparse para culminar la ceremonia con tanto sol y calor, por lo que muchos coincidieron en lo mismo: No quería irse. 

A Chela siempre le costaron las despedidas, porque eso era un final y ella tenía una pasión por la vida (que jamás le vi a nadie). Amaba estar viva y se lo hacía saber a todos sus vecinos.

Una vez la escuché decirle a mi mamá, mientras se tomaba un café, que saltaba de la cama antes que los gallos:
-Mirá Carmen, cuando me despierto yo meto los pies en las cotizas y ¡No Joda! Salgo corriendo pa la cocina, porque ya sé que estoy viva. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

#03 La Frontera

La Frontera, centro nerurálgico de Lagunillas Vieja

Por: Ernesto J. Navarro

Cuando cumplí los 6 iba rumbo al primer grado en la escuela Carlos Emiliano Salom. Una escuelita pública enclavada en pleno corazón de los Talleres Centrales de Maraven, pero que vivía de la caridad y no de la poderosa empresa petrolera (de eso les cuento después).

Ese año estrenaba camisa blanca de cuello impecable y pantalón kaki (el blue jean no se usaría hasta el año siguiente).

Aún estando de vacaciones una mañana, mi mamá nos levantó temprano porque teníamos una tarea impostergable: debíamos hacernos las fotos tipo carnet para poder inscribirnos en el año escolar 1980-1981.

El día anterior ya habíamos pasado con impresionante valentía por los instrumentos de tortura que simbolizaban las herramientas de trabajo de Pepe. Un barbero italiano que tenía su salón cerquita de la venta de comida del señor Fermín. Les hablo de esos locales que hoy ocupan el abasto de Zaida y una pizzería, allí frente a la calle del hambre en Puerto Nuevo.

La visita a la barbería de Pepe dejaba marcas inconfundibles, ya que siempre estampaba detrás de las orejas sus afiladas tijeras y esa visita, como marca de guerra, se saldaban con sangre. Mientras uno protestaba (léase lloraba) Pepe decía en su medio español-italiano: No llore, el abuelo lo lleva a la piñata, los carritos, el avioncito, los juguetes!!! 

Así que recién peladitos -al mismo estilo que siempre cortaban el cabello al abuelo Germán- esa mañana íbamos con mamá (a bordo de un carrito Lagunillas-Los Campos) rumbo a posar frente al lente de FOTO VASQUÉZ. Era la tienda del papá del conocido fotógrafo Alfredo Vásquez (Hoy dueño de Bip-Bip Foto en Ciudad Ojeda) ubicada en La Frontera(1). 

sábado, 13 de septiembre de 2014

#02 El incendio de Lagunillas de Agua

Ubicación geográfica de la actual Lagunillas / Imágen: wikipedia

Por: Ernesto J. Navarro


Si usted busca en un mapa verá que Lagunillas es una población del estado Zulia (Venezuela), ubicada en el municipio del mismo nombre. Es la capital de la Parroquia Venezuela y además sabrá que se encuentra geográficamente entre Ciudad Ojeda (límite norte) y Bachaquero (al sur) Abarca desde la carretera R hasta la carretera W.

Es una pequeñísima franja poblada pegada a las costillas de la costa oriental del Lago de Maracaibo o más concretamente separada de las aguas por un muro de contención (una barricada monumental que robó tierras al lago y que fue erigida por la holandesa Royal Dutch Shell). De no ser por ese mounstrosidad de dique, Lagunillas sería la Atlantida.


De este pueblo, mi abuelo Germán me contó una vez (apenas lo recuerdo) más o menos lo mismo que con los años leí por obligación curricular en el liceo Domitila Flores y que era el argumento de la novela Mene de Ramón Díaz Sánchez. Su vida palafítica, el incendio que lo barrió y el nacimiento de las ciudades de tierra. 

viernes, 12 de septiembre de 2014

#01 Bienvenidos a Puerto Nuevo

Vista actual del Estadio de béisbol "5 de Julio" a la entrada de Puerto Nuevo

Por: Ernesto J. Navarro

Puerto Nuevo fue la terminal de muchos campesinos, aventureros o maestros del desamparo que vinieron a buscarse la vida dejando la suya debajo de los taladros de un campamento petrolero.

Mi familia es una más de esos millones que cambiaron el campo por pepitas de colores brillantes, osea el petróleo. En la última casa, de la última calle de Puerto Nuevo se hizo mi familia, allí atracamos por la fuerza del destino.

Nuestra calle (siempre nuestra como el hogar) fue una babel criolla. Allí vivimos gente llegada de Zulia, Lara, Falcón, Trujillo, Táchira, Nueva Esparta e Italia.

Como una torre de babel de una punta a la otra de la última calle (con los años se llamó Las Flores) llegamos, fueron y vinieron a esas casas -prefabricadas por la La Royal Dutch Shell, nacionalizada sería Maraven- todas estas gentes